lunes, 17 de diciembre de 2007

La Renga tocó para casi 20 mil personas en Rosario, presentando"Truenotierra" y recuperando el cetro de banda del momento.


La espera de más de tres años para el regreso de La Renga a las orillas del Paraná fue insostenible. Con el mismo móvil; es decir sin publicidad excesiva ni sponsorización, ni establishment que los avale, la banda de Mataderos, que viene de rebosar el Oscar Alfredo Gálvez para un centenar de miles de personas, se presentó en el predio del Parque Alem.

Un intenso cacheo, seguridad privada y efectivos policiales, circundaban el Camping Municipal, invadido por los fanáticos, sus banderas y la innumerable cantidad de micros que se apostaban en las adyacencias.

Noche fresca y de leve brisa, ideal para concurrir a un show masivo y no sudar ante una propuesta que causaba ansiedad por el regreso de uno de los grupos más importantes y potentes de la música local.

A cielo abierto nomás, "Chizzo", "Tanque", "Teté", "Chiflo", "Manu" y su séquito, arribaron al lugar a las 20:45 en una combi blanca para más de una hora después subir al imponente escenario de la clásica escenografía renga (metrópolis devastadas y dibujos tan particulares) con dos pantallas gigantes hacia ambos laterales.

Debajo, "los mismos de siempre" y algunos cuantos más que se sumaron a este fenómeno luego del exitosísimo "Insoportablemente vivo" (2001), preparándose para el concierto mientras se presentaban los teloneros de Fluido.

Así, monosilábico, poco expresivo y con un pañuelo negro, salió Gustavo "Chizzo" Nápoli escoltado por el siempre uniformado en jardinero Gabriel "Teté" Iglesias, además de Jorge "Tanque" Iglesias, Gabriel "Chiflo" Sánchez y Manuel "Manu" Varela ante el importante público que fue multitud.

Todo comenzó con "Almohada de piedra" de lo último y sin decir una sola palabra hasta terminar la canción cuando el vocalista esbozó (nobleza obliga) con su gola de fiera cautiva, un caluroso "Buenas noches Rosario". Después continuaron "A tu lado", "El monstruo que crece", "Tripa y corazón", "Montaña roja", "En el baldío", "Paja brava" y "Al que he sangrado".

Pos publicidad de "El Bordo" (unidos por un lazo afectivo de amistad e influencia) La Renga retomó "Truenotierra" (2006) para hacer "Cualquier historia" y regresar a lo clásico a través de "El viento que todo empuja" y "Bien alto".

Aunque "Chizzo" propuso "un par de temas lentos" sólo sonó como tal "Mujer de caleidoscopio" para darle cabida a "Triste canción de amor" (de El Tri mexicano) y "Despedazado por mil partes (o desnudo para siempre)". En ese ir y venir entre la bisagra, que fue "Despedazado..." (1996) y lo reciente, también estuvo "La boca del lobo".

De un momento a otro irrumpió en escena Pancho Chevez, un personaje rosarino (cuya primer armónica fue obsequiada por León Gieco, su "hermano del alma") que está grabando su segundo disco y luego de entregar un presente arrancaron los acordes de "Lo frágil de la locura" secundado por el antiquísimo "Voy a bailar a la nave del olvido", el único presente en la noche del primer disco "Esquivando charcos" (1991).

Sin cortes ni agradecimientos y tras "Palabras estorbantes" (también de "Trueno...") la continuidad estuvo a cargo de "El ojo del huracán" y "Ruta 40" para un leve impass y el posterior e inevitable homenaje al "Carpo" Napolitano con "Viva Pappo". Más luego "El rey de la triste felicidad", "El final es en donde partí" y "La razón que te demora" para el simulacro de retirada en tierras rosarinas.

Hubo quince minutos de espera, con las luces dirigidas sobre el inmenso recinto de arena y césped que no llegó a colmarse pero de todas maneras resultó impactante y multitudinario para la ciudad ya que es muy difícil recordar alguien del palo que haya logrado tal convocatoria.

Los bises estuvieron a cargo de "El revelde" (así con V para llevar "la contra como estandarte") y "Oscuro diamante" (corte de difusión de "Truenotierra") para la inminente despedida en las notas y versos de "Hablando de la libertad", tal vez una de las canciones más emotivas, importantes, y representativas del cancionero de masas.

El show alternó entre clásicos y la gran mayoría de su último material, el más íntimo, oscuro, blusero y personal de todos. Recordó solamente dos cortes de su etapa cuasi under ("Voy a bailar..." y "Triste canción...) y le otorgó prioridad al que más hizo homogéneo a sus seguidores ("Despedazado...").

Sólo algunos problemas de sonido pero terminó afianzándose una buena performance, impecable en las consolas. Los instrumentos se disfrutaron con claridad y en cualquier sector del lugar. Aunque la visión fuese alejada, los oídos podían captar todo a la perfección.

Después de la magnitud de lo brindado en el autódromo de Buenos Aires, lo del sábado 15 fue incomparable aunque para Rosario se convirtió en uno de los conciertos con más afluentes que se pueda recordar. "Chizzo" y los suyos suelen ser frívolos con el público. No son de los que adulan o coquetean con la gente, pero encima del tablado demuestran una jerarquía sumamente elogiable.

No hay comentarios: